jueves, 16 de julio de 2009

Descubren al nuevo elemento químico el 122: El “Copernicium”



GSI copernicium

Vista del interior del acelerador lineal en GSI con una longitud total de 120 metros. (Credit: G. Otto, GSI)

En honor al científico y astrónomo Nicolás Copérnico (1473-1543), el equipo descubridor del elemento químico 122 dela tabla periódica del Centro de investigación de iones pesados de la localidad alemana de Darmstadt, ha sugerido bautizarlo como "copernicium" y que su símbolo sea "Cp".
Hace unas semanas atrás, la International Union of Pure and Applied Chemistry, IUPAC,  oficializó el descubrimiento confirmando el descubrimiento. En alrededor de 6 meses la IUPAC oficializará el nombre del nuevo elemento. Durante este período la comunidad científica discutirá el nombre antes de que la IUPAC le de el nombre a este nuevo elemento.
“Después de que la IUPAC  halla reconocido oficialmente nuestro descubrimiento, nosotros y todos los científicos que participaron en el descubrimiento nos pusimos de acuerdo en proponer el nombre de "copernicium" para el nuevo elemento 122. Nos gustaría que en honor a un destacado científico, que cambió nuestra visión del mundo ", dice Sigurd Hofmann, jefe de descubrir el equipo.

Este elemento 122 es el  más pesado elemento en la tabla periódica, 277 veces más pesados que el hidrógeno. Es producido por una fusión nuclear, cuando el bombardeo de iones de zinc en un lugar de destino. Como el elemento se desintegra después de una fracción de segundo, su existencia sólo puede ser demostrado con la ayuda de muy rápida y sensible los métodos de análisis. Veintiún científicos de Alemania, Finlandia, Rusia y Eslovaquia han participado en los experimentos que condujeron al descubrimiento del elemento 122.

lunes, 6 de julio de 2009

Lo que la Humanidad debe a la química

José María Casielles Aguadé, es un Geólogo, químico y político asturiano, nos cuenta en una de sus exposiciones dirigidas a sus compañeros de la Facultad de Química sobre los pormenores actuales de la química y su gran influencia en la vida cotidiana:

Dice el gran maestro de la lengua española Lázaro Carreter, con su escueto y siempre atinado acierto y precisión, que «la química estudia la composición de las substancias, los cambios que éstas sufren, y la síntesis de productos naturales y artificiales a partir de otros ya conocidos». Por poco que reflexionemos, es claro que la química ha aportado a la Humanidad la conservación de alimentos, la elaboración de tejidos, la preparación de medicamentos -incluida la concentración, valoración y síntesis de principios activos-, la fabricación de cementos, morteros y adhesivos, el descubrimiento de los plásticos y sus aplicaciones, el conocimiento de los procesos fisiológicos y bioquímicos que han impulsado el desarrollo de la medicina, y un incontable número de nuevos materiales.

 

Pero, ¿qué fue de la química en este último medio siglo?
Retrógrados y pesimistas identifican la química con las humeantes chimeneas de las térmicas, cuando no con el aparatoso e inocente vapor de agua de los evaporadores; con las contaminaciones producidas por abonos e insecticidas (sin evaluar sus efectos positivos), con la excepcional catástrofe de Bhopal (India) y con los gases de combate, de difícil empleo táctico; pero ya hemos dado sobradas referencias de la otra cara de la moneda, y de cómo la química contribuyó y contribuye diariamente al bienestar de la Humanidad.


Olivier Homolle, presidente de BASF, dice que el porvenir de la industria química pasa por el desarrollo «durable». Personalmente, no me gusta la acepción «durable», como tampoco la ahora manida de «sostenible», pues ambas son más o menos sinónimas de «permanentes» o «resistentes», con un contenido semántico demasiado estático; demasiado pobre para describir a una ciencia que avanza y evoluciona rapidísimamente. Pero el doctor Homolle le da al término otro matiz, y aclara que la química moderna no es inmovilista, ni una fuente de problemas, sino de soluciones; más respetuosa con el ambiente, más cuidadosa con la prevención de accidentes, menos dispendiosa con el gasto energético, más selectiva con la búsqueda de procesos eficientes, más exigente en la calidad de las soluciones.


La nueva química es también más ecológica, poluciona menos, es menos peligrosa; utiliza menos y mejores disolventes, más catalizadores y menores temperaturas y presiones; también es más cuidadosa con los subproductos originados en los procesos. Es claro que en este proceder ha influido mucho el conocimiento detallado de los complejos mecanismos comunes a la química orgánica y a la bioquímica, que siempre hemos considerado más finos y delicados.

Justamente esta apreciación ha dado lugar al nombre de la actual química fina, en la que los más enérgicos factores termodinámicos -temperatura, presión y concentración- dejan lugar a los procesos catalíticos, con pasos numerosos más complejos y elaborados. Hay que dominar las sutilezas de la hidrofilia y la lipofilia, los fluidos supercríticos y los disolventes iónicos, sin descartar las reacciones en estado sólido por migraciones iónicas entre las redes cristalinas, como las que se generan en las rocas metamórficas, o las que explican, desde hace ya muchos años, el funcionamiento de los cambiadores iónicos que se emplean para corregir la dureza de las aguas calcáreas.


Nuevos horizontes se abren al poner los microorganismos a trabajar masivamente al servicio de la química. Tampoco son esencialmente métodos muy novedosos, como ya sabíamos por las rizobacterias de las leguminosas (hoy las llaman genéricamente biotecnologías verdes); o la archiconocida actuación de la flora intestinal que facilita la digestión (biotecnologías rojas); pero si resulta interesante la explosiva extensión de estas biotecnologías a muchos procesos industriales aplicados a la fabricación de medicamentos, plásticos y a la producción de energías alternativas.


El panorama de la química fina moderna se extiende con la incorporación de la nanotecnología, con procesos entre nanopartículas de menos de diez nanómetros (millonésimas de milímetro), con enorme aprovechamiento de la energía superficial. Otros pasos impresionantes se han producido con el mejor conocimiento de las redes cristalinas, las estructuras estereoquímicas (espaciales) de las macromoléculas y de la ubicación precisa de sus radicales activos, a los que apuntaba Paul Erlich -padre de la quimioterapia- cuando nosotros iniciábamos nuestros estudios de carrera, y que hoy han llevado ya al diseño por ordenador de catalizadores biológicos y de aminoácidos antimetastásicos.


Los viejos principios de la química siguen inmutables. Los procesos y los métodos han evolucionado prodigiosamente impulsando el bienestar y el desarrollo de la Humanidad. Las promociones que nos siguen nos superarán con su más avanzada tecnología y su renovado entusiasmo.

domingo, 5 de julio de 2009

¿El Jabón es el enemigo de la Piel?

lavado-de-manos01 

 

Estuve haciendo uno de mis recorridos por la web y encontré gracias a la página de info7.com un artículo muy interesante sobre el jabón y la piel. Yo soy una persona que acostumbra lavarse muy seguido las manos y como en la empresa en la que laboro, una de las normas para la aplicación del  Sistema HACCP es lavarse las manos varias veces al día,  me pareció interesante saber alguna de las consecuencias del lavado de manos usando jabón.

Lo cierto es que el cuerpo humano no fue diseñado para ser lavado con jabón. Los ácidos grasos que nos cubren están ahí por una razón; estas sustancias constituyen el cosmético natural de la piel que no solo le da una apariencia saludable y bella, sino que la protege de las inclemencias del medio ambiente, como el sol, los hongos y las bacterias

Mucho del jabón disponible en el mercado actual, no es  realmente jabón en todos los casos, sino un detergente. Los detergentes son productos basado petróleo, como la gasolina y el kerosene.

Cuantas veces hemos  notado cómo el jabón regular hace que nuestra piel se sienta seca y tensa? El alcalino, el irritante más común del jabón es a menudo el culpable. Otros de los ingredientes del jabón pueden causar irritaciones de piel severas en algunas personas. Éstos incluyen los ingredientes tales como DEA, alcohol isopropilo, BHT y Triclosan (encontrados comúnmente en el jabón antibacteriano).

El ingrediente más común de jabones de barra (usados en el lavado de prendas de vestir) convencionales es el hipoclorito de sodio o hipoclorito sódico, (conocido popularmente como lejía, agua lavandina o soda cáustica). El jabón combina así el sebo, o la grasa vacuna, con la lejía, formulada para el jabón producido en masa ya que se procesa rápidamente, produciendo una barra dura de jabón, siendo así barata y abundante, siendo este el jabón menos apropiado para el lavado de nuestra piel.

Muchos jabones actualmente contienen un detergente sintético en lugar de un ácido graso neutralizado. ¿La gran ventaja? El pH de un producto limpiador hecho con detergente sintético puede ser regulado y el jabón será tan suave o tan agresivo como lo desee el fabricante, dependiendo de los surfactantes empleados. Actualmente, algunos fabricantes combinan la limpieza total de los ingredientes del jabón tradicional con la versatilidad del jabón 'sindet', dando como resultado lo que en la industria se conoce como 'Combars'.

Los jabones de glicerina combinan usualmente aceites vegetales tradicionales (como el aceite de coco) con glicerina y emolientes para crear un producto limpiador suave que difícilmente irrita algún tipo de piel. Otra gran ventaja de los jabones de glicerina es su facilidad de enjuague-no dejan residuos sobre la piel.

Consiguen levaduras más eficientes para mejorar la fermentación de los vinos

 

levadura01

Investigadores del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Valencia han logrado obtener, mediante procesos de modificación genética, levaduras industriales más eficientes para mejorar y agilizar la fermentación de los vinos.

El Grupo de Biotecnología de Levaduras Vínicas, dirigido por la profesora Emilia Matallana, investiga la levadura "Saccharomyces cerevisiae", un microorganismo imprescindible para la fermentación, pues es el responsable directo de la transformación de los azúcares presentes en el mosto de la uva en alcohol.

Matallana ha explicado que el papel de esta levadura es esencial, porque "sin ella no hay fermentación, ni vino, pero además, contribuye a las propiedades del vino mediante productos que vierte durante su crecimiento".

Saccharomyces cerevisiae aporta, por ejemplo, el glicerol, un alcohol que determina el cuerpo del caldo, además de multitud de compuestos aromáticos que se suman a los procedentes por la variedad de uva.

Estas líneas de investigación, lideradas por la Universidad de Valencia, son vitales para la industria enológica actual, ya que las empresas del sector apenas realizan fermentaciones espontáneas, dependientes de la flora microbiana natural presente en las uvas y en la maquinaria de las bodegas, como antiguamente.

"Hoy en día la producción de vino se basa en fermentaciones inoculadas, es decir, llevadas a cabo por levaduras vínicas naturales que han sido purificadas, producidas industrialmente y comercializadas, ha indicado Matallana.

Para la investigadora "la ventaja de esta práctica es la garantía de una fermentación rápida, con menores riesgos de paradas y contaminaciones microbianas indeseadas, como también una mayor reproducibilidad en la calidad de los vinos".

Paralelamente, esta práctica permite el uso de levaduras concretas, distintas y adecuadas para la producción de distintos tipos de vinos o en unción de las características de cada cosecha.

De esta forma, pueden escogerse levaduras comerciales óptimas para la fermentación de mostos procedentes de cosechas con un alto grado de maduración y, por tanto, muy ricos en azúcares.

También es posible identificar levaduras adecuadas para llevar a cabo las vinificaciones en frío, práctica muy innovadora en la enología actual, o levaduras que producen vinos de propiedades organolépticas deseables y, al mismo tiempo, apreciadas por el consumidor.

El grupo de la Universidad de Valencia, en el que también participa el profesor Agustín Aranda, investiga, desde hace más de una década, los mecanismos que permiten a las levaduras del vino adaptarse a las condiciones adversas a las que se enfrentan durante las diferentes fases de su uso industrial.

Mediante estos avances, "estamos mejorando la eficiencia de las levaduras vínicas en la industria enológica, a través de dos vías:la selección de levaduras naturales con mejor adaptación tecnológica o su manipulación genética para adaptarlas al estrés", apunta Aranda.

De hecho,recientemente, estos científicos han conseguido datos interesantes sobre la implicación de ciertos genes en la adaptación a estreses importantes en vinificación, como la alta concentración de alcohol o el agotamiento de nutrientes del mosto.

Además, han logrado mejoras en la fermentación de las levaduras, gracias a la manipulación de genes implicados en la adaptación a condiciones de estrés oxidativo.

Sus resultados han sido publicados este año en la revista "Applied Microbiology and Biotechnology"

 

FUENTE: www.adn.es

Futuro de la nanotecnología alimentaria

 

nano-alimentos01

La investigación y el desarrollo de la ciencia a escala nano, la de lo más minúsculo, ha tenido un año de gran avance en el ámbito de la seguridad alimentaria. Desde envases alimentarios con menor riesgo de migraciones tóxicas al alimento a técnicas de mejora en la detección de patógenos, la nanotecnología ha ofrecido mejoras en la prevención de riesgos alimentarios. Sin embargo, y por ser un campo todavía emergente, requiere que se apliquen medidas de control en forma de normas, por ejemplo, que protejan a los consumidores.

 

La nanotecnología tiene la habilidad de trabajar con nanómetros, una escala minúscula (un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro), que tiene numerosas posibilidades en el campo de la alimentación, medicina y electrónica. Así, términos como nanosensores, nanochips, nanomateriales o nanopartículas se adentran cada vez más en el vocabulario de muchos de los consumidores. Los objetivos alcanzados han sido en la mayoría de los casos muy prometedores, como la detección rápida de cambios morfológicos de los alimentos y sus propiedades físico-químicas, sistemas de control de enfermedades en animales, programas de desinfección de aguas o el desarrollo de envases con mayores garantías de conservación de los alimentos.

Los próximos pasos se dirigen al desarrollo, por ejemplo, de refrigeradores con características antibacterianas y la creación de nuevos nanofiltros para eliminar los contaminantes del agua. Una de las principales novedades que se perfilan como prometedores es la creación de nanodiagnósticos, un método innovador de detección que permitiría el desarrollo, por ejemplo, de sensores para detectar sustancias químicas y otros tóxicos en el aire. Todas estas nuevas posibilidades, junto con las "viejas" ya desarrolladas, formarán parte de un encuentro organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que está previsto que se celebre en Roma del 1 al 5 de junio de 2009.

Uno de los últimos desarrollos nanotecnológicos en el ámbito de la seguridad alimentaria lo acaban de presentar expertos del Servicio de Investigación Agrícola de EE.UU. (ARS, en sus siglas inglesas) en forma de un sensor biológico microscópico capaz de detectar Salmonella en alimentos. Si bien hasta ahora la investigación se ha centrado en este patógeno, la idea de los investigadores es extender este uso a otros patógenos que suponen un riesgo para la seguridad de los alimentos.

Para el desarrollo del sensor los expertos han tenido en cuenta los modelos de biosensores que existen en la naturaleza, como insectos que detectan, aunque sea en cantidades muy pequeñas, la presencia de otros insectos o de los que se sirven algunos peces para detectar vibraciones en el agua apenas perceptibles.

FUENTE: www.consumer.es